miércoles, 11 de junio de 2014


El neuromarketing ha abierto la puerta a un conocimiento más profundo de los deseos del consumidor.  Qué es lo que siente, lo que le gusta y le disgusta, sin muchas veces el mismo se percate de ello. Todo este conocimiento lo utilizan agencias y anunciante para optimizar sus campañas y mensajes y obtener resultados de mayor calidad en las investigaciones de mercado. 

Sin embargo, no son pocas las voces que se han alzado en contra del neuromarketing, tachándolo de una invasión de la intimidad y una peligrosa arma de manipulación.  Se piensa que pese a encontrarse en fase inicial, el neuromarketing  pueda dar la puntilla a nuestra privacidad en un mundo  donde la tecnología permite un seguimiento exhaustivo de nuestro comportamiento. Un artículo en la prestigiosa revista Wired refleja claramente dicha perspectiva. 

Frente a este punto de vista, expertos del neuromarketing se muestran más escépticos. Roger Dooley considera que no hay motivo para la alarma social: cada mente tiene una configuración distinta de una complejidad considerable y es difícil que esa manipulación a la carta, individualizada, sea factible. Por otra parte, cabe decir la participación en los estudios de neuromarketing es totalmente voluntaria y los individuos están completamente informados de a lo que se enfrentan en los experimento.

Hasto hoy el neuromarketing no supone ningún peligro en nuestra vida cotidiana. Nos encontramos ante una ciencia incipiente cuyos caminos están aún por definir.  El tiempo dirá si de verdad
puede llegar a ser una amenaza real o se trata de castillos en el aire. 

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